SIMONCELLI, MULTADO CON 850 € POR DAR LA VUELTA DE HONOR SIN CASCO
Su descomunal cabellera, más propia de un cantante de rock -tipo Jimi Hendrix- que de un piloto de motos, le obliga a tener que utilizar una talla más de casco, pero prometió visitar al peluquero cuando se proclamara campeón del mundo de 250 cc. Muchas horas y tesón van a tener que emplear con Marco Simoncelli, el chico con el pelo a lo afro, si termina cumpliendo su palabra. Ayer se adjudicó el cetro mundial del cuarto de litro, después de terminar en el tercer escalón del podio del Gran Premio de Malasia, en el tórrido circuito de Sepang.
Tanto calor y presión tuvo que soportar durante la carrera -el termómetro marcaba 41 grados y sobre el asfalto 48-, que al piloto italiano no se le ocurrió otra cosa que quitarse el casco en busca de aire para dar la vuelta de honor al trazado malayo. Las imágenes no pasaron desapercibidas para la dirección de la carrera, que le multó con 850 euros por deshacerse de la protección reglamentaria antes de llegar al parque cerrado, previo al podio, donde los integrantes de su equipo lo recibieron con pelucas similares a su desproporcinada melena.
"El pelo lo tengo así, ¿qué puedo hacer yo?", asegura Simoncelli en una entrevista en la edición italiana de la revista 'Vanity Fair', en la que aparece con un estilismo setentero, muy acorde con su imagen capilar, y en la que asegura que después de cada carrera siempre está deseando regresar a casa para comer piada, un plato típico de La Romagna. Allí reside desde hace 21 años y recorre sus campos en moto de cross junto con Valentino Rossi, su amigo del alma, con quien comparte preparador físico. "Quiero felicitar a mi amigo Marco por ganar el título de 250 cc. Sé que ha sido muy duro para él trabajar en una situación tan complicada. Me alegro mucho por él", aseguró Il Dottore, a quien la prensa transalpina ya ha buscado sucesor: su amigo Simoncelli.
A Superpippo -como se le conoce en Italia por un personaje de dibujos animados- todavía le queda mucho camino por recorrer para llegar a ser como su admirado Valentino, al que incluso ha copiado el diseño del mono. Al inicio del presente curso, nadie daba un duro por él e incluso comenzó la temporada con una moto Gilera que no era oficial.
"Hace un año, a estas horas, no sabía si en 2008 iba a tener una moto para correr el Mundial", confesó un extenuado Simoncelli, que aparecía ante las cámaras de televisión derrotado físicamente. Su rostro pálido y demacrado, unido a la tensión y el calor de la carrera, hizo temer lo peor. Se tuvo que sentar para evitar la sensación de mareo que lo invadía y recuperar fuerzas. Las mismas que necesitará para recuperar su carnet de conducir.
El pasado mes de agosto, aprovechando el parón veraniego en el Mundial, se examinó para obtener el permiso de circulación. Dos días después, con su flamante licencia en el bolsillo, se lanzó a las carreteras cercanas a Cattolica para disfrutar de la moto BMW que guardaba desde hacía tiempo en el garaje de su casa. Con la emoción del momento, no se dio cuenta de que en la vía de doble sentido por la que circulaba no estaba permitido adelantar. En el siguiente cruce, un par de policías le dieron el alto y le retiraron el permiso de conducir. Vuelta a la autoescuela para poder manejar una moto en carretera.
Tanto calor y presión tuvo que soportar durante la carrera -el termómetro marcaba 41 grados y sobre el asfalto 48-, que al piloto italiano no se le ocurrió otra cosa que quitarse el casco en busca de aire para dar la vuelta de honor al trazado malayo. Las imágenes no pasaron desapercibidas para la dirección de la carrera, que le multó con 850 euros por deshacerse de la protección reglamentaria antes de llegar al parque cerrado, previo al podio, donde los integrantes de su equipo lo recibieron con pelucas similares a su desproporcinada melena.
"El pelo lo tengo así, ¿qué puedo hacer yo?", asegura Simoncelli en una entrevista en la edición italiana de la revista 'Vanity Fair', en la que aparece con un estilismo setentero, muy acorde con su imagen capilar, y en la que asegura que después de cada carrera siempre está deseando regresar a casa para comer piada, un plato típico de La Romagna. Allí reside desde hace 21 años y recorre sus campos en moto de cross junto con Valentino Rossi, su amigo del alma, con quien comparte preparador físico. "Quiero felicitar a mi amigo Marco por ganar el título de 250 cc. Sé que ha sido muy duro para él trabajar en una situación tan complicada. Me alegro mucho por él", aseguró Il Dottore, a quien la prensa transalpina ya ha buscado sucesor: su amigo Simoncelli.
A Superpippo -como se le conoce en Italia por un personaje de dibujos animados- todavía le queda mucho camino por recorrer para llegar a ser como su admirado Valentino, al que incluso ha copiado el diseño del mono. Al inicio del presente curso, nadie daba un duro por él e incluso comenzó la temporada con una moto Gilera que no era oficial.
"Hace un año, a estas horas, no sabía si en 2008 iba a tener una moto para correr el Mundial", confesó un extenuado Simoncelli, que aparecía ante las cámaras de televisión derrotado físicamente. Su rostro pálido y demacrado, unido a la tensión y el calor de la carrera, hizo temer lo peor. Se tuvo que sentar para evitar la sensación de mareo que lo invadía y recuperar fuerzas. Las mismas que necesitará para recuperar su carnet de conducir.
El pasado mes de agosto, aprovechando el parón veraniego en el Mundial, se examinó para obtener el permiso de circulación. Dos días después, con su flamante licencia en el bolsillo, se lanzó a las carreteras cercanas a Cattolica para disfrutar de la moto BMW que guardaba desde hacía tiempo en el garaje de su casa. Con la emoción del momento, no se dio cuenta de que en la vía de doble sentido por la que circulaba no estaba permitido adelantar. En el siguiente cruce, un par de policías le dieron el alto y le retiraron el permiso de conducir. Vuelta a la autoescuela para poder manejar una moto en carretera.
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